martes, 5 de febrero de 2008

Recuerdo de Soldado


Año 1944. Los Aliados reconquistan París.


En la Argentina padecemos la dictadura militar del GOU, desde el 4 de junio de 1943.

El servicio militar lo hago en el Cuartel Maestre General del Ejército.
El primer mes y medio me enseñan a andar a caballo. Los pingos eran magníficos, pertenecían a los oficiales.
Hacemos ejercicios y saltos con vallas en los bosques de Palermo casi todos los días por la mañana. Me gusta pensar que así se comienza a ser cow-boy o cosaco.
Por ser estudiante de derecho me envían al Ministerio de Guerra, piso 11, en la Secretaría Privada del General Juan Carlos Bassi, educado en el ejército germano. Debo cuidar el orden y la limpieza del escritorio del Gral.y recibir a sus visitas.
Tengo orden expresa del Gral. y de su Secretario Coronel Bertollo que cuando vienen a entrevistar al Gral. el Sr. Liberti, presidente de River y el Gral. Savio, ingeniero, creador y director de Altos Hornos Zapla y Fabricaciones Militares, primero pase Liberti.
El Gral Savio me parecía informado, serio y comunicativo. Liberti era simpático y campechano.

Ingreso al ejército a fines de enero. Me envían a fines de febrero al Ministerio. Todos los días debo estar a las 6:00 AM. De entrada nos sirven café con leche y facturas tibias recién recibidas de una panadería.
Yo vivía en Bartolomé Mitre 3312. Para ir al Ministerio tomaba el subte del Anglo (Ahora línea A).
Desde el piso 11, los días claros se divisa recortada la costa de Colonia, Uruguay.
En abril llega al piso 11 un grupo de oficiales del AOP (Alteración Orden Público), hay gran desconcierto entre los suboficiales y la oficialidad menor que comentan entre sí y llega por tal motivo a mis oídos la extrañeza de la visita de AOP. "Debe haber algún anarquista en el piso".
Me imagino que es por mí. .
El año anterior me había comido mi primer cana en la 9ª, donde los Comisarios Amoresano y Lomvilla, habían organizado la Sección Especial de Represión al Comunismo, a pesar de que yo no era comunista me encerraron en una celda grande común donde había militantes de la Federación Gráfica, que por lo que supe después si eran militantes gremiales del PC. Los presos se extrañaban que yo conociera muchas canciones republicanas de la Guerra Civil Española y me pedían escucharlas.

Habíamos estado pegando carteles por el barrio con mi grupo de amigos socialistas democráticos que decían escritos con letras tamaño catástrofe: "Ciudadano, si usted es democrático, no puede estar a favor de este gobierno de curas y militares que no rompe con el Eje porque cree en su victoria, PIDA LA RUPTURA" Firmado: El Garrote.
El Garrote era el brazo juvenil de la Asociación de Mayo, nombre copiado de la de Echeverría, integrada por ciudadanos de primer nivel político democrático de los partidos Socialista, Demócrata Progresista, Demócrata Nacional, Radical e independientes.
El Garrote lo integrábamos: Nuri Serás, Luis Justo, Camarota, Luis Pan, Noemi, yo, y varios más.
El vigilante que me detuvo esa noche en la calle Hipólito Yrigoyen y Medrano, era del barrio, cuando le pedí que me dejara ir a casa al ver los carteles que yo pegaba, me dijo, mientras me apuntaba con un revolver caño largo que brillaba a la luz de los faroles: "Pibe, no te puedo dejar ir esto va a ser un ascenso para mí".
Durante los 20 días que estuve preso, mamá Nina, estaba más o menos tranquila, papá Aaron me comentaron que no comió, él tenía vívido el recuerdo de los presos políticos que el Zar y la Okrana enviaban a Siberia.

Al llegar la gente de la AOP, el Gral. Bassi me llamó y me preguntó porque había pegado esos carteles contra el ejército el año anterior.
Yo estaba de pie, frente a su escritorio, por primera vez tuve un miedo cerval, recordaba que a los alteradores en el ejército los enviaban como castigo a la localidad de Tablitas, en medio de un desierto, en la frontera con Bolivia.
Le respondí lo primero que me salió de la cabeza y del corazón: "Mi General, pegué esos carteles por un problema de conciencia”. Todavía recuerdo como me chocaban las rodillas porque sentía terror. El Gral. me midió de pies a cabeza y me dijo: "¡Retírese!".
Al día siguiente me llamó y me dijo muy amablemente que por motivos obvios no me podía mantener mi presencia en sus oficinas y que me mandaría de regreso al cuartel "Donde ya les daré orden de que lo dejen estudiar y lo liberen de las guardias nocturnas, para que pueda estudiar de noche".
A los dos días vino un Mayor y un Teniente 1º del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, con unos carpetones y un pizarrón. Se encerraron con el General y el Crnl. Bertollo. Al cabo de unas horas me mandan llamar desde la ofician del General. Al entrar en el recinto veo dibujado en el pizarrón el corte transversal de lo que parecía una bala con aletas o con alas. El General me pregunta: "Soldado, ¿Sabe Usted lo que es esto?"
Le respondo: "No mi General". Me miró fijo con sus penetrantes ojos azules y me dijo: "Es el corte transversal de una V1 o V2 " y agregó: "Con esta novedosa arma, quedarán derrotados los Aliados, ¿Qué opina Usted?".
Les recuerdo que era el año 1944, hasta ese momento jamás nadie hablaba de misiles o de lanzamientos de cohetes.
Le contesté; "Mi Gral. creo que es un invento de una tecnología formidable y posiblemente algún día llegaremos con ese cohete a la Luna, pero para ganar la guerra se necesita espíritu y conciencia democrática y ese tipo de arma no las poseen los alemanes que son totalitarios". En ese momento no me temblaron las piernas, me sentía cómodo porque ingresaba de igual a igual en el debate.
A la semana me enviaron al Cuartel que quedaba en la calle Dorrego entre Luis María Campos y Cabildo, detrás de las vías. Ahora en ese lugar hay un edificio tipo rulero.
A los dos meses el Gral. me mandó llamar al Ministerio de Guerra, me preguntó como me trataban en el cuartel, le contesté que bien. Me preguntó si había dado algún examen, le respondí que había pasado Derecho Romano.
A fines de noviembre me volvió a llamar y me anticipó que iba a solicitar que me dieran de baja lo antes posible, quizás en diciembre, y ante mi sorpresa me preguntó "si no me agradaría un empleo en el Ministerio de Educación", lo rechacé con varios pretextos porque en esa época ningún socialista, ningún partidario de la democracia podía aceptar un cargo en un gobierno de dictadura, salvo que ya tuviera el alma enturbiada por deseos bastardos.
En diciembre del 44 salí en la primer baja, antes de fin de ese mes, el ex-soldado Klasse le envió al Gral. Juan Carlos Bassi a su domicilio de la Av. Santa Fé, una tarjeta de Navidad deseándole a él y a su familia la Paz.
The End