lunes, 13 de octubre de 2008

¿Globalización o desaparición?

UN NUEVO MUNDO PARA EL LIBRO

¿Globalización o desaparición?

Por Isay Klasse

Conferencia leída en el recinto de la Feria del Libro de Chile el 16 de noviembre de 1990.

Cuando el Congreso Mundial del Libro, realizado en México en 1984 –hace solo 6 años- el señor Akio Morita, presidente de la Sony Co., presentó por primera vez ante 2.000 editores y libreros un disco compacto del tamaño de un pequeño plato de 12cm, señalando que en una de sus caras contenía los 22 tomos de la Enciclopedia Japonesa y que la 12ava. Parte de la otra estaban grabadas las nueve sinfonías de Beethoven, un murmullo de asombro recorrió el gran salón del congreso. Por primera vez en la historia moderna, la palabra, que un gran filósofo alemán definiera como “la morada del ser”, pasaba a ser sostenida en su forma escrita por un sustrato material que no era el papel. ¿Significaba esto que el soporte papel para libro entraba en declinación y podía ser suplantado por otro soporte?.
Una reacción ambivalente de admiración e incertidumbre se produjo en el ánimo de todos los presentes: editores, libreros, impresores. ¿La era del libro impreso en papel estaba agonizando?.

Todos aquellos que hemos dedicado nuestras vidas al libro, habíamos afirmado que éste en la forma última en que había llegado hasta nosotros era una creación cultural humana insustituible.

Desde las antiguas escrituras cuneiformes grabadas en piedra hasta la utilización del papiro, con enormes esfuerzos, el hombre había arribado al terminar la Edad Media a los tipos móviles de Gutenberg, y dos siglos más tarde la humanidad asistió a la explosión de la palabra impresa a través de la forma libro producida en los ruidosos talleres de la era industrial. Le siguieron diversos avances tecnológicos gráficos y del papel en el siglo XX hasta llegar hoy al mundo de la comunicación.

El libro en su forma actual (que hoy reconocemos que no es la última) es una creación maravillosa que puede mejorarse, complementarse y aún transformarse. Con sus variados formatos, que el hombre ha ido adecuando al tamaño de su mano, podrá ser ahora transmitido por electrónica, por pantalla, o por “lectores” de otro tipo, pero aún no se ha elaborado ningún artefacto que lo reemplace en su función de servir para la reflexión, para la confrontación dialéctica, la repetición de la lectura, el atento comentario del texto y el discurso racional, y por ello debe tener tanta libertad de circulación como la tiene nuestra palabra hablada. El libro, reiteramos, es fundamental como objeto cultural y hasta ahora nos transmite toda su riqueza intelectual al precio de un producto industrial barato y eficiente. Así el libro entre todos los objetos, es el objeto más valioso y más barato.

Nuestra civilización es la civilización del libro. La historia de la civilización judeo-cristiana nos remite al libro, proviene del libro, y se basa en el libro; y el libro de los libros, La Biblia, es el más categórico reconocimiento histórico de la afirmación de nuestra fe en el libro.

Al recorrer la historia de las comunicaciones en los 90 años de este siglo, asistimos asombrados al prodigioso desarrollo de la técnica y el ingenio hasta arribar a la actual difusión de la “mass media” como parte de la moderna industria cultural. En ese lapso el género humano asistió como espectador atónito, a espectaculares inventos y creaciones de objetos comunicantes. Cada invento pareció en su momento oscurecer y reemplazar a los conocidos y ya consagrados. Fue sólo un espejismo pues, por lo contrario, consiguieron realzarlos y reanimarlos abriéndonos las puertas a un campo de operaciones aún más amplio.

A principios de este siglo contábamos con tres fuentes para comunicar ideas, noticias y emociones: el teatro, el periódico y el libro. Entre los años 10 y 20 irrumpe el cinematógrafo, que entonces era mudo y pareció opacarlos, pero a principios de los 20 el disco y la radio desarrollaron un universo tan activo que consumieron casi toda la atención y la curiosidad pública.

Al parecer el cine parlante durante los 30, el mundo contaba con el teatro, el libro, la radio, el disco, y el cine en sus dos formas: la muda y la parlante. Cada uno de ellos, sin embargo, subsistió con pujanza y con autonomía a pesar de los agoreros al uso que venían sosteniendo la marginación del libro, precisamente por el entusiasmo que el público tenía por la radio. Como más tarde sostuvieron con igual pretenciosa seguridad que se había desvanecido el tiempo de la radio por la aparición y el desarrollo del cine. Sin embargo, el libro, el “Universo Gutenberg”, cobró mayor impulso, y la radio, el “Universo Marconi”, se expandió al igual que sus ondas a horizontes cada vez más amplios.

A principios de los 40, un nuevo fantasma se lanzó a recorrer el mundo: la televisión. No faltaron los pontificadores que dictaminaron la muerte por sustitución, tanto del cine como del teatro y por supuesto la del libro. Pero asombrosamente los muertos que así fueron matados siguieron gozando todos de buena salud.

Entre los 40 y los 50, el “Universo Gutenberg” se revitaliza por la aparición de nuevos formatos más baratos y populares. La Segunda Guerra Mundial, al democratizar la sociedad, democratiza las formas, y vuelca al mercado millones de ejemplares de libros de bolsillo. El “pocket book” eclosiona las sociedades industriales. Los libros abandonan los cenáculos y capillas del reinado de la tapa dura, y el pocket con rapidez fulminante se difunde en quioscos, almacenes, “drugstores” y supermercados. La idea de colocar libros donde se vendían productos de venta masiva se concreta: estudiantes, empleados y trabajadores tienen así acceso a los libros con precios al alcance de sus modestos recursos: es el libro de bolsillo al alcance de los bolsillos más estrechos.

En los 70 aparece el video, y el mismo espíritu necrológico que había decretado tantas muertes anunció la pronta desaparición de la TV.

Hoy en simples tiendas podemos conseguir el disco compacto, la comunicación por satélite, el télex, el fax. Las maravillas de la electrónica nos hacen pensar que sólo estamos en la prehistoria de la nueva era: la era de las comunicaciones.
Hemos escuchado como un sonsonete en los últimos 30 años que la TV o sus hermanas de la pantalla se habían convertido en sustitutas o enemigas del libro. Siempre sostuvimos lo contrario, pues la televisión y las otras formas de transmitir las ideas amplían el campo de las comunicaciones a comunidades y círculos que antes no participaban de la lectura, y que en cambio fueron y son factor de fermentación de ideas y de inquietudes que acercan al libro. La mayor oferta de canales de televisión (por ejemplo en la Europa común del mercado único, donde se pueden ver transfrontera muchos canales) también ayuda a tener nuevas vías de información.
No se ha evaluado con justicia el papel y la influencia de la TV y otros medios de comunicación del oeste europeo en la transformación hacia la democracia ocurrida en Hungría, Polonia, Checoslovaquia o en la Unión Soviética. Todo lo que permita expresar la diversificación y la competencia de gustos es positivo para la sociedad, pues permite opinar y formar opiniones. El pluralismo jamás ha sido negativo en la historia de la cultura.

En los países desarrollados, el fenómeno del libro “best seller” ha alcanzado la suma de 1 a 5 millones de ejemplares de tirada por títulos, cifras jamás logradas antes de la aparición de la TV o el video. Las sociedades de consumo parecen establecer una variantes constante que es la siguiente: a mayor número de venta de televisores corresponde mayor número de ejemplares de libros impresos y vendidos. Ya es inconcebible una sociedad sin electrónica, sin televisores, sin videos o sin discos compactos, como es inconcebible una sociedad sin libros. Los fabricantes de papel para libros han vuelto a respirar. Akio Morita sabe que hoy se venden millones de discos compactos, pero también sabe que muchas hectáreas de bosques se siembran y se renuevan en todo el planeta para fabricar más papel, como nunca antes se produjo en toda la historia de la humanidad.

El libro ha quedado como una de las estructuras esenciales de la civilización y el soporte papel continúa transmitiendo las palabras, las ideas y el pensamiento.

Otros soportes de la palabra y el pensamiento han aparecido y aparecerán y serán nuevas vías de la información. El negocio editorial es así un negocio de venta de medios de comunicación e información, los que en él trabajamos y producimos libros sabemos que nuestro negocio transmite definitivamente ideas.

También sabemos que la información hoy tiene 4 niveles o plazos de vigencia:
El largo plazo que corresponde al libro: herramienta para leer, pensar, releer y repensar.
El mediano plazo que es el de la revista mensual o semanal.
El corto plazo: el diario, el periódico.
La sociedad moderna de consumo nos exige, nos urge y nos conmina a la cuarta modalidad del cortísimo plazo: el telemático: necesitamos saber cómo marcha la bolsa en New York, las elecciones en Japón o los avatares del conflicto en el Golfo Pérsico.

En cada nivel hay una fuerte línea de información y negocios, pero el público que lo requiere es el mismo, el único posible, es esa amplia franja de gente más o menos educada, cada vez más numerosa que puede consumir y pagar esa información.

En los niveles 2, 3 y 4 hay investigación de mercados, de productos, de intereses. Lamentablemente esa investigación falta en el campo de libros con la celeridad e inversión que ocurre en los otros niveles donde la ley del mercado, el “marketing”, está vinculada al consumo y a la venta que ese mismo consumo produce.

Al descubrir los fabricantes de los niveles 2, 3 y 4 que la avenida de compradores es la misma, comenzaron a interesarse por el mundo del libro, cercado y alambrado hasta entonces en el aparente campo de los intelectuales, estudiantes, filósofos, soñadores o científicos, y de pronto comenzó la compra vertiginosa de editoriales y negocios del libro; fantástica e insaciable danza, que se inicia en los 60 y no tiene visa de detenerse aún.

Cuando las empresas de otros negocios del mundo de la información-comunicación compran empresas y penetran en el mundo del libro, utilizan los parámetros de investigación y marketing a que estaban acostumbrados. No aceptan, salvo excepciones, al libro como objeto de la bohemia idealizada, rechazan el concepto del libro como neo-evangelio gratuito. Exigen el pago del oficio y del servicio, y por ello asistimos atónitos a la transformación del mercado del libro. El universo del libro está inmerso en otra galaxia mayor, la de la comunicación, donde los universos de la televisión, el video, la radio, el disco, giran buscando nuevos mundos en forma simultánea y abriendo campos nuevos e ignorados.

Los nuevos empresarios del libro utilizan recursos comunes dentro del mismo grupo en beneficio de ese grupo. Aparece así la sinergia del grupo. Empresas de televisión que lanzan propaganda de libros, empresas de revistas o de libros que redoblan esfuerzos por difundir negocios de cine, video o de discos. El mismo grupo se dedica a distintos productos, pero explota el mismo mercado o distintos segmentos de ese mercado. El formato libro se nos aparece como no excluyente para la difusión de la palabra y el pensamiento.

Esta idea la han visto y la desarrollan con mayor claridad los empresarios que penetran en la “Galaxia Gutenberg”, pero que provienen de los otros grandes espacios de la comunicación, lo que ha significado un gran impulso al mercado editorial y ha provocado fundamentalmente la decisión de convertir a la industria del libro en una industria de gran rentabilidad como ocurre con los otros productos. Pero cada producto debe saber defenderse por su cuenta allí donde se aplica la ley del mercado que emexorable.
Estas galaxias forman un universo global, penetran y transforman los arcaicos círculos cerrados, y se dirigen inevitablemente al universo abierto.

Pearson es dueño de Longmans, Addisson Wesley, Alhambra entre otros, también posee Royal Chine (productos de porcelana) y servicios de Petróleo (Gulf and Western) y como si esto fuera poco. El “Financial Times”. Esta diversidad y complejidad sólo refleja la trama del mundo actual, el nuestro, en el que existimos.

Vamos a describir en síntesis algunas empresas líderes, que han conformado y están conformando el nuevo mundo del libro: Bertelsmann, Murdoch, Maxwell, Hachette, Berlusconi y las dos más importantes de España: el Grupo Timón y el Grupo GSR.

No podemos dejar de admirar la tarea desarrollada por los dueños y ejecutivos de estas empresas que en muy pocos años consiguieron expandirlas y elevarlas a los niveles más altos de la industria moderna.

La tendencia a la concentración del capital fue anunciada por los economistas europeos hace ya más de un siglo. Es una tendencia irreversible de la era industrial, el desarrollo de la economía a escala mundial ha sido el componente vital de esa expansión, la presente realidad es consecuencia directa de la importancia del mundo de la comunicación-información en el contexto global que estamos describiendo.

Bertelsmann nace en Alemania hace 150 años en la pequeña ciudad de Guetersholh; fue al comienzo una pequeña imprenta. A principios de 1945, Reinhard Mohn con extraordinaria visión la convierte en una compañía de venta de libros por correo, un Club del Libro para Alemania. Hoy es una organización internacional de negocios de mass media en 25 países con operaciones superiores a los 6.000 millones de dólares anuales, de los cuales el 25% corresponde a los Estados Unidos; emplea 42.000 personas que trabajan en más de 200 compañías. Las divisiones de la compañía son las de la edición de libros, la de música y la de video, los clubes del libro y música, distribución de libros, edición de revistas e imprentas y también la de la comunicación electrónica, es decir, que Bertelsmann ofrece un espectro casi completo de productos del comercio y la industria de la comunicación-información. También ha creado la Fundación Bertelsmann, que patrocina diversos proyectos en educación y cultura en Alemania, España, Israel, Estados Unidos y otros países. A mediados del 80, Bertelsmann compró por más de 360 millones de dólares, Doubleday, la división musical de RCA y fundó en New York el Grupo Musical Bertelsmann, uno de los líderes de las compañías musicales del globo, así como la Bantam Doubleday Dell Publishing Group que hoy es uno de los más grandes editores de los Estados Unidos. La división “Clubs” –venta directa por correo- es relativamente nueva. En 1950 se fundó en Alemania el primer Club de Lectores, canal no tradicional de la comercialización de libros que hoy factura más de 1.300 millones de D.M., la misma idea Bertelsmann la extendió a varios países europeos, en particular España, y luego lo hizo a escala global desde el Perú a Irán.

Hachette, sinónimo de editorial francesa, tomó en control en 1988 de Grolier (tradicional editorial de enciclopedias norteamiercana), Diamandis Communications, Inc., quinto editor de revista de los Estados Unidos, impresor de Woman´s day (15 números por año), revista estrella que vende 6 millones de ejemplares por número: ADES, sociedad de edición fonográfica licenciataria de Walt Disney (libros, discos, cassettes) y lanzan la revista Elle en idiomas tan diversos como los de Suecia, Portugal, Grecia, Alemania, Holanda y China. Compran la participación del 40% del capital Martisart para venta directa en Africa, toma la gerencia del hebdomadario ICI París, gana la concesión de las boutiques de “duty free” en los feries de la Compagnie Tunisienne de Navigation, editan en España “Crecer Feliz”, y comparte con Murdoch la edición norteamericana e inglesa de Elle, se asocia con Rizzoli de Italia para editar Max, revista para hombres, y compra el 80% de las participación de la TV Hebdo, lanzan entre otros el ZyZomys, , diccionario que utiliza la tecnología del CD Rom. Adquiere Slavat, 5º editor español de fascículos, enciclopedias, diccionarios y libros académicos; maneja el Tele 7 video y penetra con películas en el mundo del cine, habiendo controlado antes estaciones de radio. El programa de 1990 es impresionante y la expansión de Hachette no tiene miras de detenerse.

Silvio Berlusconi en Italia, es la cabeza financiera y económica del grupo italiano más agresivo y poderoso de comunicaciones. Cada noche captura no menos del 40% de la audiencia televisiva en sus 3 canales; Retequattro Italia (“Nos habíamos querido tanto”) y Canale 5. Tiene una cadena de cinematógrafos y teatros, su revista “Sonrisas y Cantos TV Guía” es el semanario más popular, y Publitalia 80 es la más grande agencia publicitaria de Europa, y por supuesto es también propietario del club de fútbol Milan Atlético Club. No ha escapado a su ojo la compra de periódicos, como “Il Giornale”, de Milán, y la compañía financiera Finnrest, la más grande del país. Ha extendido sus redes a importantes empresas editoriales como Mondadori. Toda esta montaña de actividades económicas la creó en menos de 20 años y lo convirtió en poco menos que en un héroe folklórico para millones de italianos. Ha extendido su dominio de TV Francia a Le Cinq, y en Alemania a Telefünk. En estos momentos está instalando y comprando estaciones de TV en Hungría, Polonia y en Moscú.

El reinado de Rupert Murdoch comienza con un pequeño periódico familiar australiano. En la actualidad, la influencia de Murdoch es también global. Es dueño de dos enormes rampas de acción: la Fox, la 4ª TV de los Estados Unidos, y la Sky Televisión, servicio británico por satélite, fueron solo el comienzo. En este momento Murdoch es dueño de editoriales, periódicos y revistas que abarcan un territorio tan vasto como el que se recorre desde las islas Fiji hasta Londres, y amplía sus negocios de la comunicación al mundo del comercio y la industria del libro. En España le ha dado una fuerte inyección financiera al Grupo B (ex Bruguera). Robert Maxwell, el propietario de “Daily Mirror” en Gran Bretaña, es el competidor más directo que enfrenta Murdoch. Sky compete con la British Satallite Broadcasting. Ahora Murdoch, en conjunción con la General Electric, hughes Aircraft, y Cablevisión, ofrece 100 canales por satélite a los Estados Unidos.

Respecto de robert Maxwell solo enumeraremos la lista de factorías de su sensacional imperio.

Maxwell se inicia en el negocio de la comunicación hace treinta años, y ahora posee las siguientes empresas: Maxwell MacMillan Pergamon Publishing Co., USA; MacMillan (U.S.) Inc., USA; Maxwell MacMillan International Publish-Ing Group, USA; Ediciones de STM: Pergamon Press, Gran Bretaña; The Aberdeen University Press Ltd., Gran Bretaña. En editoriales escolares universitarias y libros de referencia: MacMillan / McGraw-Hill School Publishing Company, USA; MacMillan (U.S.) Directory División Wilmette, USA, MacMillan (U.S.) College Publishers, USA; MacMillan (U.S.) Computer Books Carmel, USA; MacMillan (U.S.) Reference Publishers, USA; Josey-Bass Inc., Publishers, USA; MacMillan (U.S.) Educational Company, USA; Panini SpA, Italia; Brassey´s Publishers-Brassey´s Limited, Gran Bretaña; Wheaton Publishers Limited, Gran Bretaña; Cassell Bilingual Dictionaries, Gran Bretaña; Caxton & Emglish Educational Programmes International Ltd. (Ceepi), Gran Bretaña; Waterlow Publishers, Gran Bretaña; Purnell Distribution, Gran Bretaña. Editorials universitarias y de temas generales (libros para adultos y niños): MacMillan (U.S.) Publishing Company-AdultTradeGroup, USA (Atheneum Publishers, Collier Books, Howell Book House, MacMillan, Charles Scribner´s Sons, Rawson Associates); MacMillan (U.S.) Publishing Company Children´s Book Group, USA (Aladdin Books, Atheneum Publishers, Bradbury Press, Collier Books, Crestwood House, Four Winds Press, MacMillan Publishing Company, Margaret K. McElderry Books, Charles Scribner´s Sons); The Free Press, USA; G. K. Hall & Co. Boston, USA; Mac-Donald & Co. (Publishers) Ltd., Gran Bretaña; Berlitz Publishing S.A., Suiza; Fixot S.A., Francia; Mirrorsoft Ltd., Gran Bretaña. Compañías de Información, periódicos y licencias: Oficial Airline Guides, USA; PFDS-MBC Information Services, Gran Bretaña; Maxwell Online, Mc-Lean, USA; Maxwell Consumer Publishing & Communications, Gran Bretaña (Maxwell International Contract Publishing, Maxwell Consumer Magazines, Maxwell Marketing Services); Maxwell Business Communications Group Ltd., Gran Bretaña (Maxwell Business Communications Ltd., MBC Exhibitions Ltd., MBC Information Services Ltd., Evan Steadman Communications Group Ltd., Trenton Group Ltd., AGB Business Publications Ltd. AGB Publications Ltd., Heighway Ltd., Hulton Ltd., ID Exhibition Ltd., Track Record Publishing Ltd., Video Trade Weekly Ltd., Media Week Ltd.); Molecular Design Ltd., USA; Molecular Design (UK) Ltd., Gran Bretaña; Molecular Design MDLAG, Suiza; AGB Research, Londres, Gran Bretaña.

En España se perfilan claramente dos grandes grupos: El Grupo Timón, dirigido por Jesús de Polanco, y el Grupo Anaya-GSR, por Germán Sánchez Ruipérez.

Estos grupos tienen filiales y sucursales en el continente americano y su influencia es cada vez más notoria. Pertenecen a Timón: Educación Santillana, Taurus, Alfaguara, Aguilar, Altea. Timón es dueño del periódico “El País” y de varias revistas de negocios y tiene activa participación en Mangold. En comunicación por TV: el Canal Plus y Radio SER y una empresa de mailing que ofrece servicios y materiales de Educación y Sanidad. Posee intereses inmobiliarios en Canarias y en Colombia. Pertenece también al grupo la Distribuidora Itaka, las Librerías Crisol y la Editorial Sauri que comercializa colecciones. Santillana, que pertenece al Grupo, es la editorial de textos a nivel primario en lengua española más destacada en los Estados Unidos y tiene una importancia relevante en la Argentina, Chile, Colombia, República Dominicana y otros países de Latinoamérica.

El Grupo GSR agrupa las editoriales Algaida Editores, Alianza Editorial, Ediciones Anaya, Anaya Multimedia, Anaya Systems, Editorial Barcanova, Biblograf/Vox, Ediciones Cátedra, Cecisa, Codice, Credsa, Distesa, Eudema, Grupo Distribuidora Editorial, GSR Internacional, Ediciones Pirámide, Editorial Tecnos, R.E.I. España, Ediciones Versal, Ediciones Xerais de Galicia, y en el exterior de España: en Argentina, Aique Grupo Editor, Editorial Losada, Rei Editorial Iberoamericana; en Chile, Arrayán Editores y Rei Editorial Iberoamericana; en Colombia, Grupo Educar (Rei, Andes, Educar Editores, Educar Informática, Educar Venta Directa, Educar Cultural, Recreativa, Educar distribución de libros), Rei Editorial Iberoamericana; en Italia, Anaya Editoriale; en México, CECSA (Compañía Editora Continental), Pcsa (Publicaciones Cultural), Rei Editorial Iberoamericana, Grupo Editorial Patria; en el Reino Unido, Anaya Publishers; y en Estados Unidos, Rei Editorial Iberoamericana.

El grupo GSR es propietario del periódico “El Sol”. Ha mantenido un forcejeo con Berlusconi por el Canal 5 de España, tiene empresas de software.

La vertiginosa danza de comprar compañías no cesa y los empleados de algunas, en ocasiones y a ciencia cierta, no saben para quién trabajan, es el momento que las banderas nacionales se están arriando, en el tope del mástil sólo flamea la nueva bandera de la globalidad, preanuncio del mercado común de un posible nuevo mundo más comunitario, informado y sin barreras, que desea acercarse y comprenderse sin perder su pasión por la defensa de su individualidad. Cada compañía llega a ser tan autónoma que en ocasiones compite con ramas de su propio sistema y hay jornadas que toma por aliados a empresas rivales.

Cabe aquí hacer un aparte vinculado al tema de los “best sellers”. Merece recordarse un reciente artículo del “Wall Street Journal” que señala el desembolso que algunas editoriales han realizado por conseguir autores “estrellas” del escenario literario, negocio que se ha convertido en una paradoja económica. El año pasado se pagó por adelantado por una novela no escrita aún de Jorge Amado 2.500.000 dólares, y este año se adelantaron 7.000.000 de dólares a Tom Wolfe por una novela que tampoco se ha escrito. Sumas fabulosas que sólo las grandes corporaciones pueden desembolsar. Pero esta inversión significa, según ese periódico, que vender 20.000 ó 50.000 ejemplares puede convertirse en un fracaso, pues son necesarios 700.000 ejemplares para amortizar la alta cifra pagada por lo derechos de autor.

El impulso de la idea del mercado único es una realidad que repercute en toda la geografía del mundo. A veces no aceptada por las agencias literarias que fundan parte de su negocio en la compartimentación de mercados.

En nuestra América Latina la tendencia a la integración y al mercado común ya es irreversible y ha pasado del plano teórico al concreto y práctico. Con mucho esfuerzo hemos conseguido tesoneramente crear organismos tan importantes como ALADI, o el Pacto Andino o el Convenio de Cartagena, y en el plano de la cultura del libro el Convenio de Alcance Parcial Sobre Bienes Culturales y Científicos (Convenio de los 8 o de Río), que ya camina en sus etapas más avanzadas (cito como antecedente nuestros trabajos sobre integración y mercado común). La última reunión de los Presidentes latinoamericanos a principio de octubre en Caracas, y últimamente la aprobación de nuestro proyecto SILAR (Salón Internacional del Libro Anual Rotativo) es un ejemplo de tareas comunes en un programa económico y político. Nuestra inquietud por el tema se remonta a veinte años atrás, con la creación del CERLALC (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y Caribe) y del GIE (Grupo Interamericano de Editores) fundado hace catorce años, y las acciones que conseguimos impulsar durante ese tiempo y en esa dirección. La industria y el comercio del libro latinoamericano ha ido adoptando nuestras ideas y hoy es de uso corriente hablar del “mercado común del libro latinoamericano”.

Volviendo a uno de los temas básicos de este trabajo referido a los grandes consorcios que conforman la moderna industria cultural, el decidido avance de estas empresas en el campo del negocio y la industria del libro, nos obliga a preguntarnos si es posible mantener aún la libertad de la cultura y la autonomía de la libertad de la educación y la transmisión de las ideas.

Es evidente que el único camino para lograr la autonomía de la libertad, es sostener el principio irrenunciable de esa misma libertad y de la democracia. La garantía de salvaguardar los derechos individuales ante el avance arrollador de las poderosas empresas de la comunicación-información, es sostener el sistema de la libertad de la cultura y un régimen irrestricto e inexorable del libre examen en el único campo posible que es el de la democracia.

Esa decisión democrática fue el origen de la famosa ley antimonopolio en los Estados Unidos, que limitó el avance de los agresivos Grupos Murdoch y Maxwell. El debate en la pluralidad de las ideas es el método histórico que nos permite la libertad de elección educativa y cultural. Hay un derecho fundamental en torno al libro, es un derecho natural por el cual nadie pueda restringir al ciudadano del mundo el acceso a ese producto que representa valores universales. Pero aplicar el derecho natural significa aceptar el desafío de apoyar la democracia; desafío que a veces nos obliga a padecer la incomprensión y sufrir el aislamiento y el exilio interno. Tomar el camino de este reto es en definitiva el que permitirá aceptar y corregir errores que enriquecerán nuestro acervo cultural, aún eligiendo el rodeo más largo y espinoso.

Otra forma de salvaguardar la libertad de decisión y elección es la constituida por las empresas independientes de libros, sean grandes o pequeñas, que no aceptan someter sus ideas y la selección de los títulos que de ellas provienen, a la ley del mercado, o vender su patrimonio a la oferta más atractiva o más suculenta. Debemos aquí señalar que esa ley del mercado, que depende del gusto y la moda de las masas, también puede encubrir una nueva y peligrosa forma de censura, encierra una amenaza ante la cual el editor independiente y el cuerpo social debe estar alertado para mantener incontaminado el principio básico de la libertad de discusión y de publicación.

No se trata del censor tradicional e histórico. La sociedad industrial ha producido como excrecencia una forma de censura que pesa y moldea, conforma y deforma sutilmente el gusto estético y las ideas.

La influencia de los nuevos medios de comunicación gravita sobre las masas en una medida increíble. Los nuevos héroes vistos como semidioses y dioses del Olimpo de la comunicación actual, son personajes de la “mass media” que deslumbran y encandilan por su popularidad aún a las mentes más alertas. El señor Berlusconi no ha vacilado en armar cuidadosamente una Ciciollina “prostituta virginal” que recorre el mundo vestida con tules candorosos, abrazando un inocente muñeco de peluche. Esto que bien puede lastimar al buen gusto y a la conciencia responsable y educada, produce una renta suculenta en la caja del titiritero que sabe manejar bien los hilos de su abundante anatomía. Ello no obsta para que el mismo Berlusconi tienda a comprar Mondadori o Rizzoli, sofisticados catálogos editoriales de alto nivel intelectual.

El mencionado concepto de censura está vinculado a la idea del libro como producto exclusivo de la ley de la oferta y de la demanda y no como objeto cultural por antonomasia y el reto que se nos presenta es poder establecer los límites donde coinciden “lo bello y lo útil”, parafraseando al filósofo.

Nosotros que estamos viviendo la prehistoria de ese mundo de la comunicación-información, incorporando a las nuevas industrias culturales, debemos estar dispuestos y preparados para el asombro ante las nuevas posibilidades científicas y técnicas que se vislumbran en el horizonte de la cultura, para preservar el legado histórico de esa cultura judeo-greco-cristiana y para poder elevarla y ampliarla sin temor, al decir de Goethe “Ad Astra Per Aspere”, a las estrellas a través del esfuerzo.

Un esfuerzo sin desmayos en la más alta tarea que nuestra época nos impone: la de trabajar para evitar no sólo que nuestra cultura no descienda al nivel de las masas, sino, fundamentalmente, que las masas se eleven al nivel de nuestra cultura.

Isay Klasse.
Noviembre, 1990.