martes, 11 de marzo de 2008

Confesión sin Púlpito

Diario, sábado 8 de marzo

Desde que tenía 20 años - hace tanto tiempo como casi la historia del siglo,- cada vez que me olvidaba los anteojos o el nombre de una calle, o las llaves, o un buen chiste, o cometía un error, temía que me hubiera atacado el Sr. Alzheimer
Ayer a las 3 AM de la madrugada, después de un arduo trabajo encendí la TV para distenderme, y frente a mis ojos observé asombrado los abrazos de Chávez, Uribe y Correa. Tuve la sensación de que Herr Alzheimer me había atacado fatal e irremediablemente. Creí en el entresueño ya plomazo por la madrugada avanzada, que esas voces y figuras no eran reales. No podían serlo. Cada uno de ellos había vomitado hacía solo 12 horas antes sobre otro las injurias y los reproches más escandalosos. Esos seres que veía parecían salir de un profundo Macondo, eran parte del surrealismo más desopilante del Caribe, superior a cualquier pesadilla de André Breton, o Buñuel, y todo el grupo de París.
Les confieso que yo sigo por momentos embargado por esa ensoñación cerebral y repentina, después del asombro de tanto pacifismo exponencial, y espero de la conmiseración y del afecto de ustedes - mis amigos y colegas personales y políticos - que me ayuden con optimismo, aunque fuera en parte, para recobrar mi modesto pensamiento racional-.
Temo que sea tarde.
Esa es mi confesión.
Isay