miércoles, 8 de septiembre de 2010

CONMEMORANDO 50 AÑOS DE UN LIBRO

Conmemorando los 50 años de un libro:

Hace ya 50 años, en agosto de 1960, publiqué en nuestra editorial, Marymar Ediciones y en completo acuerdo con mis socios, el primer libro que apareció en lengua española contra el comandante Fidel Castro, sus comisarios y el régimen totalitario de partido único, que poco tiempo antes habían impuesto en Cuba.
Se titulaba: El Drama de Cuba o La Revolución Traicionada y su autor Manuel A. de Varona, fundador del Partido Revolucionario Cubano, donde luego también ingresó Fidel Castro y su Movimiento 26 de Julio. había sido ex primer ministro y presidente del senado. Al discrepar con el dictador salvó su libertad y su vida escapando a Miami. Varona había sido un valiente luchador democrático contra la dictadura de Batista.

La edición de ese pequeño libro de 128 páginas, preparado por Juán Antonio Cincunegui y Saúl Cherny, provocó furiosas reacciones y nos obligó a participar en controversias en los sectores dominados por una centro-izquierda que no había advertido el nuevo peligro que iba a asolar a Latinoamérica.
Tanto era la emoción y el brillo que desprendían las vibrantes declaraciones libertarias de esos jóvenes rebeldes y barbudos, bajando de las sierras exhibiendo fusiles y tanques, que la gente encandilada eludió, como en todo rapto romántico, preguntarse o preguntarles por su programa de gobierno y sus métodos políticos.

Desde entonces, la dictadura castrista año tras año fusiló en sucesivas purgas miles de personas y otras miles los metió en las cárceles y mazmorras. La mayoría fueron acusados de complicidad con ese centro universal, responsable de todas las culpas y pecados: los EE. UU, aunque los presuntos culpables nunca hubieran tenido la más leve simpatía y coincidencia con su vecino del Norte.

No escaparon de ser sentenciados miembros del Partido Comunista Cubano que expresaran alguna diferencia con el nuevo gobierno, o los dirigentes universitarios, obreros y gremialistas - socialistas, anarquistas y liberales - ni tampoco los campesinos o los dueños de grandes latifundios.

Declarados por el aparato del Estado como enemigos del régimen, fueron perseguidos y amedrentados hombres y mujeres de las diversas poblaciones de la Isla pertenecientes a los más bajos o a los mas altos estratos económicos, desde modestos trabajadores e insignificantes negocios hasta los propietarios de las grandes industrias. Incluyo en este elenco a los periodistas que se atrevieron a dudar de la eficacia santificada del discurso o de los mensajes del medio oficial Gramma y a los escritores, maestros y profesores pertenecientes a profesiones liberales que tenían razonables dudas de los planes gubernamentales.

Los sospechosos fueron acusados y sentenciados por ese régimen clonado del estalinismo, que exigía subordinación al partido único y al pensamiento único del dictador. Recuerdo a las docenas de miles, que con diversos medios caseros y a riesgo de huracanes o tiburones, prefirieron abandonar con lo puesto todas sus pertenencias y consiguieron exiliarse en México, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela o EE. UU. y España.

Infinidad de crímenes más fueron cometidos por militantes del terrorismo, esa guerrilla de autoiluminados cuya ideología fuera magistralmente descripta por el socialista argentino Pablo Giussani en La Soberbia Armada . Pertenecían a múltiples organizaciones y movimientos latinoamericanos que el Estado castrista adiestró en sus cuarteles y luego desembarcó en nuestros países, provocando una tremenda reacción y una no menor catástrofe sangrienta.
El aventurerismo castro-guevarista llegó a trasladar milicias cubanas en paranoicas expediciones "libertadoras" armadas al África, que terminaron en completo fracaso. Un anticipo cantado del futuro drama del Ché en Bolivia.

En todos los casos tuvieron la complicidad y el silencio de una izquierda latinoamericana e internacional reacia al debate, o envenenada por la ideología más reaccionaria de la historia mundial.
Una izquierda totalitaria que se subordinó a esquemas, recetas, consignas, lemas y ropajes sin reflexionar que en el fondo, salvo el color de la anilina que teñía su uniforme, no había mayores diferencias metodológicas ni morales entre una marcha de camisas pardas-nazis, negras-fascitas o rojas-comunistas. Una izquierda cínica o al menos cobarde que abandonó la racionalidad elemental de enrolarse y defender su noble tradición de equidad y de justicia y sostener las instituciones y los principios siempre perfectibles de la Democracia. Una izquierda totalitaria que adhería a la inquisistorial y medieval idiotez de que fines y medios podían mezclarse en un intercambio oportunista e inmoral donde la vida y la libertad no contaban entre su propósitos.

Después de aquel libro inicial de Manuel de Varona, edité en Marymar 4 títulos más.
Envío estas líneas para recordar ese trágico destino de la utópica y mesiánica acción de Fidel Castro y su cohorte, y no para celebrar justamente el resultado de su programa que terminó en la actual hecatombe económica y el doloroso infortunio social y político del pueblo cubano. Pueblo que en definitiva fue y continúa siendo la primera víctima masiva de la dictadura.

Me enorgullezco en señalar que junto a un grupo de amigos de la izquierda democrática: socialistas, liberales y democristianos, jamás creímos en las inflamadas proclamas de esos "iluminados" que prometían"tomar el cielo por asalto". Sosteníamos frontalmente las denuncias y la crítica al totalitarismo comunista similar al compromiso público manifestado desde los '40 y los '50 en artículos y libros por Arthur Koestler, George Orwell, Victor Serge, Andre Gide, Ignazio Zilone, Boris Souvarine, Octavio Paz, José Figueres, Rómulo Betancourt, Eudocio Ravines, Joaquín Maurin, Julian Gorkin, Indalecio Prieto o más tarde Felipe Gonzales, Willy Brand, Giuseppe Saragat, Carlos Rangel, y Edgard Morin entre muchos más tales como Héctor Raurich y su lúcido grupo de la revista Índice en la Argentina.

Al editar estos libros fuimos consecuentes con el programa inicial de Marymar del año 1960 escrito por Héctor Raurich y que transcribo a continuación:

Propósitos.

"Ediciones MARYMAR, se dirige por cima de cualquier matiz ideológico, a todos aquellos para quienes la vigencia del régimen democrático constituye el requisito primordial e ineludible sin el que no es deseable, ni a la postre verdaderamente valiosa, ninguna transformación del ordenamiento social y de sus correlativas estructuras culturales.
En suma, más que esta o aquella opinión ideológica dentro de la comunidad democrática, nos importa defender la efectividad del “principio democrático” mismo, hoy gravemente amenazado, como lo evidencia el curso de la política mundial en Cuba, en Berlín, en China. A nuestro juicio, la tarea política suprema de la hora actual consiste en concertar la acción de todas las tendencias que reconocen como fin y postulado esenciales la preservación y el perfeccionamiento de las libertades que definen nuestra forma de existencia.
Aunque en algunas ocasiones tendríamos algunos reparos de importancia que oponer a las tesis y a las argumentaciones que los autores que recomendamos hacen en sus obras, pero que de todos modos no afectan de modo sustancial la orientación filosófica y política de las mismas, nos parece absolutamente indispensable, que el lector, tan curioso como angustiado por los problemas de nuestra época no sólo las lea, sino las estudie metódica y críticamente, de modo que en lo sucesivo será este de nuestra parte un criterio para el consejo. No nos proponemos orientar al lector al que nos dirigimos según un sentido estrechamente dogmático, informado en una posición sectaria, sino por lo contrario estimular su pensamiento en torno a la problemática de nuestro tiempo en la pluralidad de sus direcciones fundamentales. Creemos que este criterio es absolutamente necesario a fin de promover una formación espiritual plenamente adecuada que reconozca por base indispensable un inexorable y libre examen. "
Por tales razones apoyamos la publicación del libro de Varona y de otros cuatro que editó Marymar:
* Castrismo, Teoría y Práctica . Theodore Draper, prestigioso profesor de la Universidad de Columbia (Traduc. de Percy Mario Lemos, edit. en 1965 ).
* Investigación Sobre las Condiciones de Trabajo, La Experiencia Cubana, una coedición con la Universidad de Miami . Análisis de expertos sindicales e investigadores de problemas sociales, que fueron dirigidos por José R. Álvarez Díaz (Traduc. de Raúl Shelton Ovich, edit. en 1967 )
* Los Soles Rivales . La Lucha por el Tercer Mundo. Brian Crozier. Incluye un capítulo sobre la penetración de la ideología y la guerra castrista en Latinoamérica ( Traduc. Américo Vitale, supervisión Mario Tomé, edit. 1967).
* Víspera del final. Carlos Alberto Montaner.Notable escritor y valiente periodista cubano. ( edit. 1993).

Todas estas obras están agotadas, se fueron vendiendo o distribuyendo gratuitamente y desaparecieron con el tiempo del mercado salvo las que se atesororaron en bibliotecas.

Isay Klasse
Agosto de 2010